22.11.05

Se ajusta a la ley, pero... ¿Estamos tontos?

Un hombre y una mujer, pareja, se lían a hostias (los dos).
Un juez les sentencia (a ambos) a no acercarse al otro.
Un sargento descubre que viven juntos de mutuo acuerdo.
Incumplimiento de sentencia = delito.
Son "condenados". Él más, por cierto.

Sin que sirva de precedente, un trackback:

La Locura de la Ley de Violencia de Género
Javier Díaz Aparicio

19.11.05

Cuando ser neutral resulta obsceno.

El jueves pasado Antena 3 nos obsequió con un documental de Victoria Prego sobre la muerte de Franco. Con un tono de voz sosegado, la Prego fue desgranado imágenes que nunca se emitieron, informaciones que no fueron públicas sobre los últimos momentos del régimen y una descripción detallada de la agonía del dictador.

No estuvo mal el retrato, no estuvo mal ni siquiera cuando mencionaba detalles escabrosos como la intervención a un moribundo en un quirófano improvisado y tercermundista.

Pero mi estómago no lo tenía tan claro. Algo estaba pasando delante de mis ojos que resultaba vomitivo.

La crónica de los acontecimientos era tal que así: uno de los facultativos consigue que una enfermera que trabaja en el Pardo le entregue -para su colección- el electrocardiograma que le hacen a FF un día antes. La enfermera se lo pasa a escondidas y él lo esconde en un bolsillo hasta que puede leerlo a solas. Descubre que el viejo ha tenido un infarto y se va a buscar al yernísimo y a un grupo de colegas a contarles la novedad.

El grupito de médicos, envalentonado, se dirige al Pardo. Escudados en el oficio toman el fuerte: ni el viejo ni la familia querían una nueva hospitalización, de forma que valiéndose de su posición obtienen del hospital equipamiento para atenderle en su casa.

Aprovechan la situación para monitorizar el corazón del dictador en su último consejo de ministros y se declaran capaces de interpretar los pulsos vacilantes del enfermo en clave política: los acontecimientos relacionados con la marcha verde eran los que casi -como en las películas de falso suspense- acaban con su vida en la media hora de la reunión. Dan consejos a Arias Navarro e interceden para que la jefatura del estado pase al príncipe.

No contentos con robar el electrocardiograma y con difundir información confidencial a personas no autorizadas, estas almas abnegadas, conociendo el deseo del anciano y de su familia cercana de no prolongar artificialmente su vida, consiguen arrancar a FF de su lecho de muerte, operarle varias veces (la primera de ellas en condiciones realmente indignas) y aplicarle todas las torturas de la que la ciencia es capaz.

Lo que pasó es lo que pasó. La realidad no es buena ni mala, pudorosa u obscena. Pero la mirada que nos la cuenta nunca es neutral. Lo que contaba la Prego quizá era de interés. Sin embargo, colocar a esos médicos en un papel estelar, elegir darles el papel de narradores sin rotularles de torturadores sólo puede ser producto de la mezquindad. Como permitir que se sonrieran, con ese rictus profesional autocomplaciente, y que se permitieran contar frente a la cámara actuaciones éticamente reprobables y que hoy son delito. Sólo se me ocurre un motivo: el viejo era Franco, entonces todo vale.

Puedo imaginar que algunos también sonrieron al ver el documental. Siempre hay gente dispuesta a hacer leña del arbol caído. Esos que son sumisos con el poderoso y crueles con el débil, escoria humana. Y luego están los médicos, que siguen en sus puestos de fama y poder. Su impunidad está garantizada porque lo que hicieron lo hicieron con alguien que no merece respeto. Dictadores de bata blanca. Y la Prego, con sus premios por el documental: El mezquino punto de vista neutral.

12.11.05

Conversaciones con un taxista sobre los público y lo privado

Cierto que no me pilló en buen momento.

Hacía sólo una semana que estuve buscando taxi durante más de una hora para ir al hospital (3,5km), finalmente tuve que ir andando a un consultorio de guardia. Las 12 de la noche de un "puente" y todas las paradas vacías. No hice ningún intento de pedir taxi por teléfono: hacía exactamente un año que me quedé colgada en el tanatorio más de dos horas porque -a pesar de llamar a todas las companías de taxi- no había ninguno disponible.

Ah, y unos días antes tuve ir andando a la estación (1km) a media tarde de un domingo, no había taxis. Para más pistas, buscaba uno en pleno centro de una de las tres ciudades más grandes del país. Y que vive del turismo.

Así que el taxista del viernes me pilló "calentita". Y torpe. Porque fui yo quien empezó la conversación sobre la necesidad de que hubiera taxis suficientes y quien sugirió que debería existir algo así como servicios mínimos. Mi imprudencia me abrió la caja negra del cerebro del conductor y tuve que enfrentarme sin anestesia a sus argumentos:

P (o sea, yo): El domingo tal intenté encontrar taxi a las 12 de la noche y no encontré ninguno después de 1h... ¿No tienen ustedes algo así como servicios mínimos?
  • T (o sea, el taxista): Hombre, en un puente....
P: Ya, pero ustedes trabajan en un servicio público. Los taxis hacen falta: yo quería uno para ir al hospital.
  • T: ¿Y quien va a querer trabajar?
P: Hombre, pues cuando hace falta no se trata de si se quiere trabajar. Verá usté, los médicos trabajan en las fiestas, y los bomberos... No es que quieran, es que están obligados.
  • T: Mire, este coche que tengo es propio. ¿Quién me va a obligar a mí a que trabaje con mi propio coche?
P: Pues el ayuntamiento. ¿No les van a ayudar ahora para poner mamparas de seguridad? Lo hacen porque ustedes son un servicio público. Y si no, se dan más licencias para que haya más taxis.
  • T: Eso, por un día que no hay nadie que yo me quede sin comer porque hay demasiadas licencias. Eso no. Además lo de las mamparas es porque en la noche hay mucho peligro.
P: Pues nada, si yo fuera alcaldesa y el taxi no quisiera hacer servicios mínimos (vamos, una nochebuena cada 5 años, más o menos), le retiraba la licencia.
  • T: Sí, hombre (sulfurao), ¿por qué no obligan a abrir a los bares? A un bar no hay quien le diga cuando abre...
P: Un bar no es un servicio público, no es necesario. Ya le digo que yo lo necesitaba para ir al hospital, y no había autobuses... Además si les ponen las mamparas es con mis impuestos, y conste que me parece bien que les ayuden con la seguridad. Digo yo que si les ayudo con mis impuestos es porque creo que su servicio es necesario.
  • T: Claro, usted cuenta la historia según le va.
Habíamos llegado. Para él servicio público no significaba nada. El Ayuntamiento, por tradición, debía evitar que aumentara la competencia de otros taxistas y asegurar el pan de sus hijos. El Ayuntamiento tenía que protegerle a él y a su negocio de los "cacos". Pero, una vez ganada la plaza en el cielo de los taxistas con licencia, él se comportaba como un empresario liberal.

Y lo peor es que en el Ayuntamiento pueden pensar lo mismo que el taxista y no les supone ninguna contradicción: Lo público como privilegio, y a vivir de conceder favores.

Qué país.

8.11.05

¿Tamagochi?

Vale. Ya sé que un blog no es un tamagochi y que no pasa nada si no escribes... Pero tengo la sensación de que me reclama y no estoy a la altura.

Enfín, seguro que hay quien es capaz de hacer un post simpático o profundo mientras hace la declaración de la renta y repasa un libro de Hegel en alemán.
Yo no.
Casi tengo que entrar en trance para enlazar sujeto, verbo y predicado.

Así que le voy a poner compañía:


(Por cierto: ¿Alguna idea acerca de cómo puede colarse una imagen en la mente y desplazar cualquier otra cosa?)

De nada, blog.
Hoy por ti, mañana por mí.

2.11.05

Crónica de una apostasía

Desde hace años rondaba por mi cabeza la idea de apostatar. No voy a entrar en las razones que me impulsaban a tomar esta decisión, pero puedo asegurarles que la tenía muy meditada. Siempre me decían, cuando hablaba del tema, que era poco más que imposible, que había que mover muchos papeles y esto me producía una pereza extrema. Así que, por pura desidia, no acometía la empresa. Hasta este verano. Leía apaciblemente el periódico y, súbitamente, ante mis ojos apareció un reportaje sobre el acto de apostasía llevado a cabo por un grupo familiar. El procedimiento no era complejo y de papeles, los justos. Así que determiné poner fin a mi gandulería.

El primer paso consistía en obtener una partida de bautismo. De modo que me personé en la parroquia de San X, donde me la entregaron amablemente y sobre la marcha, sin levantar ceja alguna y sin acritud, a pesar de informarles de su finalidad. Es más, mientras esperé a su confección, me enseñaron libros con asientos de bautismos espléndidamente conservados y con una caligrafía extraordinaria. Conversamos sobre las obras de arte que atesora el templo y, finalmente, nos despedimos con un alto grado de cordialidad.

--->Post completo de la Cucaracha Peripatética en Alfalfa.

1.11.05

Estupidez y selección sexual

Mi interés por la inteligencia colectiva va parejo a mi fascinación por la estupidez del mismo signo.
Resulta incongruente que una especie capaz de inventar el alfabeto (y los garbanzos con bacalao) sea capaz, por ejemplo, de producir la televisión que sufrimos y los políticos que nos gobiernan. O no somos los mismos y es hora de dejar el nombre de homo sapiens para algún antecesor o comportarnos como estúpidos, contra cualquier sentido "evolutivo", encaja en el orden normal de la naturaleza.

Hace un tiempo la lectura de El relojero ciego (Dawkins, R.) despertó una luz en mi cerebro. Vale sólo es una metáfora, pero también los biólogos evolucionistas se han enfrentado con dar una explicación racional a las desafiantes colas de los pavos reales que son un riesgo desde el punto de vista de la supervivencia. El caso es que semejante estupidez colectiva (como especie) de los pavos reales se explica como resultado de un tipo específico de selección en el que la población presenta, tanto en machos como en hembras, genes de cola larga y de preferencia de cola larga. En una población así la estupidez (longitud de la cola) aumenta vertiginosamente hasta que la selección natural "toma cartas en el asunto" (vamos, que más allá es inviable por cuestiones de supervivencia).

Los que saben, cuentan así el mecanismo:

La evolución puede quedarse atascada en un bucle de retroalimentación positiva. Otro modelo para explicar las características sexuales secundarias es el modelo de la selección sexual desbocada. R. A. Fisher propuso que las hembras pueden tener una preferencia innata por algún rasgo masculino antes de que aparezca en la población. Las hembras se aparearían con los machos que muestran el rasgo. La descendencia de estas parejas tienen los genes tanto del rasgo como de la preferencia por el rasgo. Como resultado, el proceso aumenta como una bola de nieve colina abajo, hasta que la selección natural lo detiene. Suponga que las hembras de ave prefieren a los machos que tengan las plumas de la cola más largas que la media. Los machos mutantes con plumas más largas que la media producirán más descendencia que los machos con plumas cortas. En la siguiente generación, la longitud media de la cola se incrementará. A lo largo de muchas generaciones, la longitud de las plumas aumentará porque las hembras no prefieren una longitud de cola específica, sino una cola más larga que la media. Finalmente, la longitud de la cola aumentará hasta el punto en el que el riesgo para la supervivencia iguala al atractivo sexual del rasgo, y se establecerá un equilibrio. Tenga en cuenta que el plumaje de los machos en muchas aves exóticas es a menudo muy llamativo y, de hecho, muchas especies tienen machos con colas muy largas. En algunos casos, estas plumas se pierden tras la época de apareamiento.

En nuestro caso el aumento exponencial de las tonterías podría explicarse por una población en la que está instalado el rasgo jeta (i.e. periodistas y políticos muy bien dotados para la estupidez) con otro rasgo adicional que le proporcionara retroalimentación positiva. La discusión es cual es ese rasgo. Los pretenciosos piensan que el rasgo complementario es que la población (nosotros, el vulgo) es más bien idiota. Sin negar que el rasgo está presente en algunos humanos, es evidente que la gente normal, a poco que rasques, tiene mucho más sentido común que la gente pública. Apostaría que el segundo rasgo, en nuestra cultura, es disponer de una corte de pelotas, meapilas, controladores de audiencias televisivas y empresas que hacen encuestas de opinión a la población.

El problema es que, si la metáfora se ajusta, es previsible que la imbecilidad siga aumentando hasta que haya una catástrofe.

Pensando gracias a la traducción "en abierto" .
Gracias :)